Onda onda, sólo onda!

Sí, sí. Continúo con el mismo tema. Uno espera que pasen los días y que las cosas mejoren, pero no parecen hacerlo. Tampoco es que empeoren. Simplemente, se congelan; las cosas no avanzan ni retroceden.

La compulsión a contradecir(me) en todo es insoportable. La búsqueda constante de las diferencias, incluso cuando no las hay y es necesario forzarlas, también. Lo peor, tal vez, es que sabiendo que se pueden buscar puntos en común, coincidencias, acuerdos, se huye de ese camino y se exacerba lo contrario. Entonces, no hay vuelta atrás.

Sobra mala onda y faltan cada vez más ganas. Las empresas que no son unipersonales no se pueden sobrellevar con tanto matorral en el medio de los caminos que deberían ir en el mismo sentido, o por lo menos, compartir el mismo espíritu.

Se suma la ausencia de confianza y de compañerismo. Lindo cóctel, no?

Quisiera vivir solo en este departamento. Creo que sería mucho más divertido y que podríamos seguir trabajando en proyectos cuasi conjuntos con menos choques. Punto para su familia, sí. Habrían logrado lo que buscaban. Ojalá concurrieran todos al psiquiatra. Y que no es una farsa por responsabilidad mía, jajaja, sino por la de ellos. El Opus Dei hace daño, a la mente y al espíritu. El Opus Dei y sus cómplices y chupamedias sólo son un gran inodoro al que hay que hacerlo funcionar para lo que realmente sirve.

En fin. Hay buenas. Volvió él desde lejos. Soy feliz. Estoy contento, tengo ganas de seguir. Son la clase de cosas buenas que suelen compartirse con los amigos, cuando se puede. No es el caso.

Estos días, por un percance en la casa de una amiga de ella, pasa mucho tiempo por aquí. Es bueno tener cerca gente que te sonríe cuando te ve, que te quiere bien y que quiere compartir cosas con vos.

Es mucho mejor cuando es mutuo.

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