¿Para qué?

Es una pregunta fea pero siempre necesaria. Es incómoda de escuchar y difícil de responder. Une está más acostumbrado al "por qué" e incluso intenta responder "porque tal cosa".

A veces pienso, después de todo lo que he escrito en este mismo blog y en otros lugares, si me hubiera gustado casarme. Y sí. Incluso desde cuando no se podía.

Hoy siento que la felicidad enorme de haber conquistado ese derecho merece ser usada por todes. No creo que una relación se consolide con eso, ni que necesite indefectiblemente de eso tampoco.

Siento que el camino te lleva hacia algún lado, que los senderos tienen destinos, que une va un poco más allá y se juega. Casarse no es más que apostar un poco más con el riesgo de perder y de que salga mal. ¿Pero no se trata de eso querer a alguien? ¿De jugarse un poco más cada día? ¿De apostar un toque más a algo que no sabemos si va a funcionar? ¿No se trata de tentar a la incertidumbre un poco más? Si total, nada es seguro.

La pregunta sería si ese derecho que ahora podemos ejercer es la única respuesta a la instancia de jugarse un poco más. Tal vez, no. Tal vez, haya muchas formas hermosas de acercarse al abismo juntos sin miedo de saltar. Total, estamos une al lado del otre.

Tal vez, sea uno el que pretende llenar vacíos existenciales con falsas seguridades provenientes de instituciones anquilosadas a las que hace una década no podía acceder.

No deja de ser triste. Pienso en mi amigo, que no llegó a ver el matrimonio igualitario porque se murió ese año y el vacío se hace mayor.

Aún así, evaluando, entendiendo, viviendo cada día, sigue siendo difícil escuchar al otre, después de 15 años, respondiendo "¿para qué?", sin mirarte, como si todo esto hubiera llegado a su límite.

Fuimos al casino sin ánimos de apostar o hacer saltar la banca, nos quedamos toda la noche jugando y al final de velada la pregunta resuena. "¿Para qué?"




Comentarios

Lo más leído

ESTE ES UN BLOG GAY PERO, HARRY POTTER GAY?

MARDELGAY