Pose - Netflix

La historia de chicas trans en la New York de 1987 me conmovió mucho. (Todo para no decir que me deshidraté llorando) No solo por la empatía que me despierta todo lo horrible que suelen pasar las personas transexuales en la vida (discriminación, odio, violencia física y simbólica, ninguneo). Me conmovió porque actualiza el debate sobre el VIH-sida, nos recuerda lo terrible que fue todo en esa época, la "sentencia de muerte" que implicaba tener el virus y además, las formas que encontraban las personas afectadas para intentar seguir con su vida. 

Muches amigues muriendo alrededor. La devastación de una comunidad estigmatizada. La victimización constante. Leyendo esta nota en La Nación queda claro que las medidas preventivas (informadas pero no asumidas en la vida diaria) se relajaron. Que el sida se haya convertido en una enfermedad crónica, tratable con medicamentos específicos, la fue sacando del destino de la "sentencia de muerte" pero no así del estigma. 

Hace casi 10 años ya, falleció mi amigo Franco (En este escueto post de 2010 lo recuerdo). Se lo llevó el sida y el estigma, viviendo en un pueblo en el que desconfiaba de todo el mundo. Tenía 25 años y la cara del actor Ryan Jamaal Swain, que interpreta a Damon en la serie, me hace acordar muchísimo a él. Sus gestos, su media sonrisa, su sonrisa entera, su forma de cerrar los ojos, la forma de abrirlos.  

Franco estudió Ciencias Económicas. Si bien en La Plata siguió su control y tratamiento, cuando volvió a su pueblo a desarrollar un negocio, temía ir al médico si se sentía mal porque se iba a descubrir su enfermedad. Decía que eso se iba a hablar, que habría chismes. Yo intentaba explicarle que el médico que lo atienda no iba a contar nada pero él no entendía de razones. 

Mientras estuvo en La Plata no requirió medicamentos porque sus niveles estaban bajos, según le decía su infectóloga. Él tenía una buena obra social así que tampoco padecía ningún tipo de incertidumbre con respecto al posible tratamiento. Así viajó y se estableció nuevamente en el sur. Cuando en diciembre de 2009 empezó con una hemorragia en los dientes, y más tarde un proceso febril que no paraba, todo se complicó. Le pedí que se tome un avión o un colectivo y vaya a La Plata urgente. No me hizo caso.

Bajó de peso (ya era flaco) y desmejoró tanto que su hermana lo obligó a ir al médico. Los análisis demostraron que su nivel de defensas era muy bajo. Le preguntaban si había algo más y él respondía que no. Les mintió a los médicos. Lo medicaron pero la fiebre no se iba, así que lo trasladaron a otra ciudad y lo internaron. Allí se supo toda la verdad. Toda su familia y todos los médicos. 

Los últimos mensajes que cruzamos fueron esperanzadores para mí. Me decía que estaba en terapia pero que estaba bien. El último mensaje me decía que el AZT no llegaba y que estaba con neumonía. Cuando dejé de tener noticias me comuniqué con todos los hospitales de la ciudad. Me confirmaron que estaba en uno de ellos y que estaba en terapia. Me quedé tranquilo.

Lo siguiente fue que su amigo querido M. me llamara y me dijera que había recibido un llamado del padre de Franco, diciéndole que no había resistido y que ya lo habían enterrado. Creo que en febrero de 2010. Aún hoy, no haber podido estar para mi amigo en esos momentos fue una herida que no cierra jamás. Lo recuerdo todos los días, me parece verlo, y conservo en una heladera una sidra que trajo a mi casa para celebrar alguna fiesta y nunca tomamos. 

Creo que por todo esto lloré tanto viendo Pose. Porque el dolor de las pérdidas en las familias elegidas, las que construimos entre todes, es tan inconmensurable... Nos prometimos una vez que cuando fuéramos mayores nos íbamos a cuidar... Yo era mayor así que le decía que me iba a tener que cuidar a mí. No pudo ser y el vacío no se llena con nada.