Muerte de Julio Ramos

Cuando muere un periodista, sea de la extracción ideológica que fuere, algo queda inmóvil en una parte del público. Queda un lugar vacío en una redacción, pero también queda un vacío de opinión, un vacío de visión sobre los problemas actuales y sus posibles soluciones.

Foto de Perfil.com (tomada por él mismo)

Entonces, uno puede estar a favor o no de un periodista y/o de sus opiniones o puntos de vista; uno puede estar más o menos en contra de un medio en el que ese periodista trabaja. A pesar de ello, la muerte deja un vacío en la sociedad a la que ese periodista pertenecía. Ramos no era sólo un hombre que ocupaba un sillón, era un periodista que, con sus defectos y virtudes, trabajaba haciendo periodismo. No es mejor ahora porque se murió, es exactamente el mismo, un periodista que era dueño de un diario, esa combinación tan ajena a los tiempos actuales, tan siglo XX.

Algo similar me pasó cuando murió Juan Castro, sentí que algo iba a faltar a un público, a "su" público, y eso es, sin lugar a dudas, una pérdida. Como si cerrara un diario o una radio.

No voy a hablar yo de quién era Julio Ramos, dado que no lo conocí, y ya otros lo hicieron mejor, en el propio Ámbito y en Perfil. Rescato sólo dos cosas que sobrevuelan las notas: una, que era lo que hoy en día conocemos como un "emprendedor". Otra, que escribió hasta que pudo, y si ese amor por la palabra no sirve, de alguna manera, para definir a un periodista, estamos sonados.

Comentarios

Lo más leído

ESTE ES UN BLOG GAY PERO, HARRY POTTER GAY?

MARDELGAY