El gas no se vende y al pueblo boliviano salud!

Hoy me descubrí queriendo ser boliviano. Mi visión sesgada de la realidad es la que sigue. Que viva Bolivia!

Cuando en Argentina, nuestros gobernantes decidieron, luego de haber sido elegidos democráticamente y en plena crisis terminal (esas crisis a las que Argentina nos tiene acostumbrados), decía, decidieron deshacerse de las empresas del Estado, de aquello que deficitario o no, nos pertenecía a todos; cuando permitieron desmantelamientos vergonzosos, como los de las líneas de tren nacionales que despojaron a pueblos enteros de las vías férreas que significaban la supervivencia de sus habitantes como venas que abastecían de sangre a un cuerpo, los argentinos les creímos. Era por nuestro bien. Eran palabras de un padre que le decía a su hijo rebelde sin causa: te quiero mucho, esto es por tu bien, estamos muy mal, tenemos que vender todo lo que tenemos para sobrevivir hoy, mañana veremos. Con ese dinero vamos a pagar las deudas, vamos a estar mejor... No te voy a defraudar, hijo.

Nosotros creímos. Los habíamos votado. Nos habían prometido. Decidieron utilizando el derecho ke los ciudadanos les cedimos. Los dejamos hacer. Claro, utilizaron ese derecho argumentando la necesidad y urgencia de las medidas que permitieran salir de la situación y sostener los logros obtenidos. Estuvimos de acuerdo sin estar de acuerdo. Pasivamente de acuerdo. Silentemente. Shhh. "qué hijo de puta el turco, pero el uno a uno es bárbaro, que haga lo que quiera ese delincuente, total, ahora estamos mejor..." pensábamos. Decíamos. Supusimos que, tal vez, el precio por el disfrute de mejores condiciones de vida era el justo. no mirábamos a los que no tenían otro remedio que retirarse voluntariamente, antes que los retiraran contra su voluntad, para sumarse a la multitud de desocupados que crecía como la metástasis silenciosa que nadie quería ver. no mirábamos a los costados de las autopistas, cómo esas poblaciones de casillas de cartón, de papel y plástico, crecían y crecían sin parar al ritmo que aumentaba la cantidad de kilos per cápita de basura generada. eran realidades feas. y a los argentinos, no nos gusta la gente fea, vio?

Entonces, nadie iba a dar la vida por aquello que legítimamente nos pertenecía a todos los argentinos como Estado, que implica que todos somos para nuestro futuro, es decir, lo del Estado es nuestro y de los hijos que van a venir, y de las generaciones futuras, en tanto su desmantelamiento implica desmantelar lo que es de quienes aún no llegaron. Y dejamos hacer. Dejamos pasar. Dejamos que decidieran como si fuera una ley cualquiera más, que lo que era nuestro ya no lo fuera: líneas de avión, trenes, teléfonos, correo, petróleo, gas, miles de hectáreas vírgenes vendidas sin control, agua, electricidad... Y no nos dimos cuenta de que el asunto no era déficit o no, FMI o no, deuda o no, el asunto era la DIGNIDAD. No entendimos que la DIGNIDAD supera los devaneos ideológicos. Pero los argentinos solemos ser tan antinorteamericanos ke sólo ponemos nuestra confianza en el dólar estadounidense. Y si había un peso un dólar, entonces ni hablar. Qué tenía que ver la dignidad. Esos muebles viejos, vetustos, que no teníamos ganas de limpiar y reacondicionar, de reciclar (como se dice ahora), de administrar conjuntamente con un privado que controlara su funcionamiento para preservar su ganancia. no... era demasiado complicado, demasiado justo.

Y años después, todo se caía otra vez. se nos cayó el culo de nuevo. sólo que esta vez no teníamos nada que perder. todo lo habíamos perdido, no inocentemente sino con complicidad. cuando nos dimos cuenta de que nos había salido carísimo, era tarde. el despojo ya había sido consumado. ahora, no teníamos nada. sólo dólares en el banco, los que habíamos podido juntar alguno. otros, menos afortunados, sólo juntamos pesos convertibles (como los coches). otros, solamente la heladera llena, con suerte. otros, muchos, no teníamos heladera. porque no podíamos pagar la luz. ni el teléfono. y sólo viajábamos en tren porque luego de un primer tiempo de buena letra, las empresas privadas optaron por comportarse como si siguieran siendo empresas estatales, entonces nos colábamos descaradamente, porque a ellos no les importaba. eso sí, no había dónde sentarse, ni tenían vidrios en las ventanas. decenas de estaciones de tren cerradas. claro, tampoco teníamos trabajo. y ya no podíamos aportar a la jubilación privada que venía a mejorar lo burocrático. ya no podíamos pagar la medicina privada. ni la escuela privada. o la universidad. muchos se fueron lejos buscando trabajo y un futuro mejor y entendieron cómo es ser boliviano en argentina. dejaron sus recuerdos y muchas lágrimas en ezeiza; a mamá, papá, hermanos y amigos desgarrados, esperando el regreso antes de la partida.

Los que nos quedamos (porque no pudimos irnos o porque decidimos hacerlo) nos encontramos con ke lo público, lo estatal, lo de todos, había sido no sólo desmantelado sino arrasado, y las deudas nos cubrían a todos, ah! las deudas sí son estatales, ésas sí son de todos aún, son lo único que nos quedó como propio, para nosotros y para nuestro futuro, para nuestros hijos y para las generaciones futuras (y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino). eso les dejamos: una deuda grande, fruto de la irresponsabilidad nuestra y de la viveza criolla y extranjera. la deuda externa es nuestro único patrimonio nacional. y sigue creciendo.

Una década después estamos tratando de recuperar la confianza, pensando en lo estúpidos que fuimos, suponiendo que algo puede ser distinto. no sabemos si será así. por lo pronto, los trenes funcionan un poco mejor, casi de acuerdo a los contratos que firmaron. las aerolíneas que vendimos a una empresa de otro Estado diciendo que las empresas estatales, si eran nuestras, no podían funcionar correctamente, están resurgiendo con capitales privados y estatales. la empresa estatal Telecom de Francia se retiró del cuasi monopolio de los teléfonos. No importó, vino otra. No fue el caos. No hubo caos cuando no se firmó el acuerdo con el FMI. El dólar no se disparó a las nubes. Los mercados no son tan estúpidos. La inflación fue del 0 por ciento en septiembre. Los teóricos del caos a los que les hicimos caso durante más de 10 años, permanecen callados. Porque no pueden reconocer que se equivocaron como locos, que nos ayudaron a llegar al fondo. Al fondo del pozo que estaba lleno de cacerolas y piquetes. El otro Fondo venía solo.

Nos costó carísimo. Incluso para mi visión sesgada de la realidad es inverosímil leer lo que yo mismo escribí...

Por eso me emocioné hasta las lágrimas viendo las protestas en La Paz, una ciudad en la que murieron más de 50 personas al grito de "el gas no se vende!", una ciudad ensangrentada, sin paz. Qué pueblo digno, pensé. Qué admiración por ese pueblo BOLIVIANO. cuánto deberíamos aprender de ellos, de su lenguaje tan fino, de su mirada honesta. Ah! cómo idealizo al boliviano. Qué ganas de ser boliviano en esos momentos! Qué cerca de los muertos de Plaza de Mayo del 20 de diciembre están los muertos de La Paz! Qué cerca de la DIGNIDAD que nosotros no supimos defender están esos bolivianos que pelean por lo propio! Que esos muertos no hayan sido en vano y que no haya más muertes!

Entonces, al pueblo BOLIVIANO, SALUD!

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