Un extranjero

No importa el tiempo que haya pasado. Más de 20 años. Sigo siendo un extranjero en La Plata.

Es curioso. Mientras detesto muchas características de la ciudad, son muchas otras las que me hacen quedarme. No solo él, ni ellos, amigos y amigas hermosos que me ha dado el paso por aquí, sino un sentimiento de cariño familiar. 

Y uno en la familia se enoja y no deja de ser familia. Podés renegar y seguirá siendo familia aunque incluso ella misma haya renegado de vos. 

El tiempo solo me confirmó que detesto el clima (su invierno, su verano), sus veredas, sus residuos por todas partes, sus olores, las alergias que me produce, las cucarachas, su falta de paisajes de los que a mí me gustan: montañas, lagos, mar. Es una ciudad cuyo paisaje urbano me resulta triste, descuidado y me recuerda a un auto viejo desvencijado. Sigo sintiendo que es una ciudad para estar unos años y luego volar.

Su paisaje cultural, su ánimo joven, es lo que me sigue atrayendo como el primer día. Su posibilidad de crecer y crear. Y que haya gente que se anime a mucho más. Es estimulante. Como una droga: le reclamás más para que estimule mejor.

Viajar es lo que termina confirmando que no, que no es mi lugar. A pesar de todo. 

[Y si no te gusta, andate] Cuando construiste tanto se hace difícil. Porque construiste sobre el desarraigo, pero tu corazón está en otra parte, siempre. 

Ese desarraigo es el que te hace no volver. El desarraigo puede tener dos caras: el lugar de origen ya no es el que era, y el lugar de residencia no es tu lugar. Un día te das cuenta de que no tenés lugar, en realidad. 

No sé si dejaré esta droga algún día.

Comentarios

Lo más leído

ESTE ES UN BLOG GAY PERO, HARRY POTTER GAY?

MARDELGAY