Aprender a caminar

El primero de enero me caí bailando en la fiesta de Año Nuevo. Fue gracioso pero no me pude volver a pararen dos pies. No pude volver a pisar ni a caminar. Mucho dolor en el pie izquierdo.

Lesión o luxación de Lisfranc fue el diagnóstico. Quirúrgico. Lesión grave, no de vida o muerte, sino de volver a pisar y caminar bien o no. Cirugía urgente. Reposo largo. No pisar. 

En el medio, un amigo me dijo algo que había tenido yo mismo un atisbo de pensar. "Cuando pasan estas cosas, a veces, es un mensaje. Tenías que parar un poco, tal vez." Un misticismo en mi lesión.

No me pareció descabellado, de todas formas. El descanso obligado, el tiempo listo para pensar en tantas cosas, para reflexionar en un sentido amplio, hizo lo suyo también. Estuve una semana con mis viejos después de la operación. Mimos.

Lo más emocionante de todo fue volver a caminar. En kinesiología, quienes me vieron llegar con dos muletas y una bota, sin poder caminar sin las muletas, sonrieron cuando me vieron caminando, con dificultar, tratando de hacer equilibrio para no caerme. 

Ver sus caras me hizo pensar que cuando un bebé comienza a caminar se lo mira de la misma manera. Mirá cómo llegaste, y mirá cuánto avanzaste. Ya podés caminar, de a poco, despacio. Paso a paso. Mucha energía positiva.

Y sin quererlo, sin volver a pensar en ello, "tenías que parar un poco, tal vez", y empezar de cero, desde donde movernos con mayor autonomía se empieza: caminando. Tenía que volver a aprender a caminar. Aprender a pisar de nuevo, a tener confianza en que puedo hacerlo, volver a mover el pie, y tratar de volver a ser independiente.

Al final, tal vez haya sido un mensaje. Es por algo. A tus 40, tenés que volver a aprender a caminar, a proyectar la energía positiva. 


Comentarios

Lo más leído

ESTE ES UN BLOG GAY PERO, HARRY POTTER GAY?

MARDELGAY