Ser o no ser: ¿he ahí la cuestión?

Decí que no soy amigo de las etiquetas, que me gusta que todos tengamos la libertad de ser quienes querramos, de no atarnos a las expectativas de los otros, que todos podamos disfrutar de la manera más justa y nos llene. Digo porque tiendo a pensar que esto que ahora llaman "budsex" que es sexo con amigos entre varones heterosexuales solo para saciar el disfrute es algo más viejo que el sol.

Lo cierto es que el comportamiento sexual de los varones cuando ya terminaron su etapa exploratoria y mientras puedan disfrutar sin prejuicios, hoy se conoce un poco más, porque algunos se animan a comentar. El otro día me contaron de una reunión en la que un participante recién llegado de viaje preguntó si no le darían un beso a otro chico. El público era mayormente hetero universitario, y hubo respuestas positivas, más allá de que eso no implica una duda respecto a su orientación sexual sino una caída de prejuicios y puesta en discusión de todo el sistema machista, heterosexista y patriarcal en el que fuimos criados. 

Justamente, esta clase de cuestiones, en determinados ambientes ni se menciona, se hace de cuenta que no existe, porque así se mantiene el status quo de ese sistema. Me acuerdo siempre de un amigo hetero que cada tanto caía en placeres homo y me decía: "yo soy discreto". Jamás se consideró gay o algo parecido. Y nunca se cuestionó el fondo del asunto que es que el disfrute está por encima de la orientación.

El reconocimiento de las etiquetas está bien para el que se siente cómodo y a gusto con ellas. Lo demás es vivir y dejar vivir, tratando de no hacerle daño al resto. Y llámenlo como quieran, pero no es nuevo.