Mis patines negros y mi viejo

el domingo es el día del padre, en el que no me van a agasajar, porque gracias a quien sea, no soy padre de ninguna criatura. (que yo sepa)

por otro lado, no voy a viajar a verlo a mi casa de origen, y entonces he pensado cuál ha sido el recuerdo más viejo de mi viejo, y cuál fue el recuerdo en que lo tengo como muy cerca de mí. porque mi viejo es un tipo de esos de antes, un poco serio, callado, distante, de pocas palabras y serenidad. sé que nos adora, a mi hermana y a mí, pero no es muuuuuy demostrativo. resulta que hay un recuerdo que no puedo olvidar, que es como una alegría interna y una conexión muy íntima con mi pasado y con mi viejo.

a mí siempre me había gustado patinar, pero nunca había tenido patines, y si bien yo quería unos muy fuertes, de metal y todo eso, un día mi papá apareció en casa con un par de patines de mi número. para mí. eran negros, totalmente de plástico duro, muy de moda en los ochentas, y con el centro de las rueditas, anaranjadas. me parecieron los patines más hermosos del mundo, creo que no he vuelto a ver patines como esos. pero no es todo. me hizo ponérmelos y me dijo que fuéramos a la plaza de la otra cuadra. entonces me llevó de la mano, por la vereda de la plaza y me tomaba bien fuerte. no perdí el equilibrio ni me caí. y no creo que hubiéramos vuelto a disfrutar tanto algo juntos.

ese es el recuerdo más dulce que me une con mi viejo.